Plaga es una calamidad grande que afecta a un pueblo.
Estas plagas representan eventos literales que producen gran tribulación y angustia en el mundo: “Y oí una gran voz del templo, que decía a los siete ángeles Id, y derramad las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra” (Apocalipsis 16:1).Con algo de resentimiento se ha suscitado la siguiente pregunta: ¿Por qué Dios que es toda bondad, toda misericordia, todo amor, ha de castigar a los que no lo obedecen ni lo conocen, con terribles castigos? Jesús enseñó que Dios es nuestro Padre Celestial, un padre amoroso, que tiene compasión hacia la humanidad y hacia sus hijos fieles.
Todos admiten que Dios ha sido misericordioso y que, al mismo tiempo, hace un llamado a sus criaturas para que le obedezcamos; consideramos cuánto nos ha amado pues ha entregado a su propio hijo para nuestra Redención y la del mundo. Su amor nos ha llevado hacia él, de tal modo que exclamamos: “¡Señor, anhelo hacer tu voluntad!” Su amor y bondad han sido probados. Sin embargo, a causa de su justicia, tiene que castigar a los malos y pecadores.
Casi en el principio del tiempo el Todopoderoso exclamó: “…No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne…” (Génesis 6:3).Las siete postreras plagas, tal como se describen en Apocalipsis 15 y 16, son razones por las cuales debemos preocuparnos de vivir conforme al evangelio, para ir al encuentro de nuestro Dios y así evitar su ira.
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